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viernes, 30 de octubre de 2009

Da valor a tu producto





Satisfacción y valor percibido (y por tanto subjetivo) por el cliente son dos conceptos de un producto estrechamente relacionados. Fidelizar a un cliente implica trabajar para maximizarlos.

Independientemente de que una gestión comercial acabe en venta, todos los detalles del trabajo realizado en el proceso, van a afectar en gran medida a las posibilidades futuras de que el cliente quiera seguir con nosotros. Cómo yo realice la venta, cómo defina y presente la solución más adecuada a la necesidad que cubro, afectará, a veces de modo sorprendente, al valor del producto a ojos del cliente.

Un aspecto concreto en el que puedo trabajar es en el trato que le doy a las limitaciones que puede tener un producto. Presentar una solución adecuada y útil (rentable) para el cliente, no necesariamente implica exponer detalladamente la lista de limitaciones de mi producto.

Por ejemplo: “tiene que comprar usted como mínimo 10 unidades”. Quizás el volumen más adecuado para el cliente es 30; ¿es necesario entonces perder el tiempo explicando esta limitación? A nadie le gusta que le pongan limitaciones. Esto afectará irremediablemente a la satisfacción del cliente. Necesito pues realizar “compra de información”. Con la máxima información posible sobre la necesidad del cliente, seré capaz de diseñar una solución útil, que mostrará al máximo la flexibilidad del producto y al mínimo sus limitaciones.

No iría nunca a 250 km/h, pero me fastidia que mi coche no pueda alcanzar esa velocidad, y por tanto afecta a mi grado de satisfacción.

En los últimos cursos de formación comercial que he impartido, incluyo un breve debate sobre una secuencia de La Vida es Bella de Benigni (aproximadamente del minuto 16 al 19). Debatimos sobre lo importante que es realizar compra de información, tanto del entorno como del cliente, lo efectivo de dar mensajes en positivo, y presentar el producto dándole valor. Todas las habilidades utilizadas en este sentido no son manipulación si estoy cubriendo de modo rentable una necesidad de mi cliente. Una de las mejores consideraciones que se han realizado en estos debates ha sido “el protagonista le da valor al producto”. Además, conseguimos no dormirnos en una sesión después de la comida.

En la secuencia, Benigni, en el personaje de un camarero, sólo tiene un plato que ofrecer (salmón a la plancha con ensalada y vino blanco). Y sin embargo, es capaz de darle un elevado valor, gracias a la utilización de información previa, y el conocimiento de las preferencias de su cliente. Así, le sirve al cliente lo que más le apetece, aunque era lo único disponible. No es lo mismo decir “sólo le puedo ofrecer salmón a la plancha con ensalada y vino blanco”, que conseguir que el cliente diga “deseo salmón a la plancha con ensalada y vino blanco”. ¡Qué diferente es el valor percibido por el cliente del mismo producto en estas dos situaciones, y qué diferente el grado de satisfacción!

viernes, 27 de marzo de 2009

La fórmula de Satisfacción del cliente (2)





En La fórmula de la Satisfacción del cliente (1) analizo los factores que incrementan la satisfacción de los clientes, los cuales será conveniente aumentar de modo sistemático y planificado. Hemos visto que el factor emocional es el factor clave sobre el que pivota la satisfacción. De modo contrario, existen factores que tenderán a reducir la satisfacción, y a los que habrá que atender para intentar eliminar o al menos paliar su efecto.




Satisfacción=E*(M+B+P)/R+C

“R=factores reductores del bienestar”

“R1.- ausencia de desaprendizaje”. Experiencias desafortunadas anteriores con el servicio lastrarán, en ocasiones de modo inconsciente, la percepción de satisfacción actual del cliente. El conocimiento del histórico de un cliente es clave para contribuir al “olvido” de esas experiencias negativas, evitando que se repitan, o previniendo otras similares que puedan ayudar a recordarlas.

“R2.- Recurso a la memoria grupal”. Una experiencia o conocimiento aceptado por un grupo puede influir en la receptividad de un cliente concreto a un servicio. Por ejemplo, en ciertas poblaciones o tipos de clientes puede estar arraigado, de modo irracional, el convencimiento de que Internet no les puede ofrecer ninguna ayuda a su negocio. Una estrategia en estos casos es identificar a los prescriptores del grupo, y trabajar en vencer su resistencia a adoptar nuestro producto.

“R3.- Interferencia con los procesos automatizados”. Hacer perder tiempo a un cliente con tareas que no aportan nada a su negocio, y que pueden ser automatizadas, es una fuente importante de insatisfacción. Un ejemplo muy sencillo es pedirle a un cliente que rellene sus datos en un contrato, cuando ya disponemos de ellos de una venta anterior.

“R4.- Predominio del miedo”. Los clientes pueden percibir riesgos o inconvenientes en la utilización de nuestros servicios. Identifiquémoslos y desarrollemos estrategias para minimizar su percepción. En este área el lenguaje en clave positiva resulta extremadamente útil: digámosle al cliente que nuestro producto le ayudará a llegar a salvo a su destino, en vez de que le salvará de caer por un barranco.


“C=La carga heredada”

“C1.- Mutaciones lesivas”. ¿Podemos establecer un paralelismo a este concepto con algún servicio? ¿Por ejemplo con software?

“C2.- Desgaste y envejecimiento”. Este factor podría compararse con la obsolescencia de nuestros productos. Una correcta planificación y comunicación de nuevas versiones puede ayudar, así como la posibilidad de introducir estrategias de precios adecuadas. En algunos sectores se utiliza lo que se denomina erosión del precio, estrategia en la que se asume que la tecnología que se comercializa va a sufrir un proceso de obsolescencia, y va a ir perdiendo valor con el tiempo de un modo planificado, incluso en varios años a futuro.

"C3.- Ejercicio abyecto del poder político". Este es un campo en el que creo muchas empresas pueden mejorar de modo importante. Sobre todo en situaciones en las que la empresa tiene un marcado dominio del mercado puede ejercer con sus clientes un trato de abuso, sin atender a la debida relación cliente-suministrador. A la larga esto se puede llegar a pagar muy caro.

“C4.- Estrés imaginado.” Según Punset los humanos somos los únicos animales que imaginando una posible futura situación negativa, sufrimos o nos auto-generamos estrés. En nuestras relaciones comerciales sugiero que evitemos poner en marcha este mecanismo, que puede provocar sentimientos negativos de nuestros clientes hacia nosotros. De nuevo recomiendo la utilización de mensajes en positivo: digámosle al cliente que nuestro producto le ayudará a llegar a salvo a su destino, en vez de que le salvará de caer por un barranco. Cierto que la utilización del miedo es muy frecuente en la publicidad, pero si analizáis que tipos de mensajes lanzan los líderes, veréis que el optimismo y los mensajes positivos suelen imperar. Por eso soy fan de la publicidad de BMW y Vodafone, por poner dos ejemplos.

Como corolario diría que es más importante atender a los aspectos que incrementan la satisfacción, que a aquellos que la reducen. Recordad que si falla el factor emocional, actuar minimizando los factores que reducen la satisfacción, puede que no me ayude demasiado.

Nota: los textos entrecomillados son literales del libro referenciado de Eduardo Punset.

martes, 17 de marzo de 2009

La fórmula de Satisfacción del cliente (1)






Algo existe cuando su efecto es apreciable en algún modo, o se puede medir. ¿Es relevante para nosotros algo que no percibimos, o cuyos efectos somos incapaces de comprobar? La importancia de cualquier cosa adquiere una nueva dimensión, magnificada, cuando se mide y se le hace un seguimiento con un objetivo. Por eso a los que tenemos nuestra faceta técnica nos encanta cuando un concepto, o realidad, se puede modelizar con una fórmula matemática. De ahí el atractivo que le encuentro a la fórmula de la felicidad que propone Eduardo Punset en su libro “El viaje a la felicidad. Las nuevas claves científicas”.

Reinterpreto esta fórmula sustituyendo el concepto felicidad por el de satisfacción del cliente. En realidad, la fórmula no es capaz de medir numericamente la felicidad, sino que analiza y relaciona distintos factores que afectan, en este caso, a la “felicidad” o satisfacción del cliente.







S=E*(M+B+P)/R+C

Donde:

S=Satisfacción

Factores que incrementan la Satisfacción:

“E=Emoción al comienzo y final del proyecto”. El factor emocional es el factor clave, sin emoción no hay satisfacción, emoción cero equivale a satisfacción cero. Debemos ser unos enamorados de nuestro proyecto, trasmitir este sentimiento a nuestros clientes, y vincularlos emocionalmente al mismo y a su desarrollo.

“M=Mantenimiento y atención al detalle”. El concepto de mantenimiento se puede traducir literalmente a la gestión comercial; es interesante resaltar la importancia de ser detallistas, con el cliente, en nuestras propuestas comerciales, ello generará compromiso.

“B=Disfrute de la búsqueda y la expectativa”. Esencial en la retención de clientes. Deberemos presentar a nuestros clientes novedades, nuevos productos, nuevas maneras de apoyarle en su negocio, creando la expectativa de nuevos ingresos.

“P=Relaciones personales”. En este caso en el ámbito profesional, todo contacto con el cliente, adecuándolo a sus características, en cuanto a frecuencia y tipo, nos ayudará a fidelizarlo. Ya sea por e-mail, llamada, visita presencial, y siempre con un objetivo predefinido.

Debemos prestar atención a todos estos factores, y definir estrategias para medirlos e incrementarlos.

En el próximo post analizaré los factores que reducen la satisfacción.

Nota: los textos entrecomillados son literales del libro referenciado de Eduardo Punset.