Si utilizas un móvil de tercera generación (3G), por ejemplo para realizar conexiones de banda ancha a Internet con tu portátil, puede que te hayas dado cuenta de que en momentos distintos, en una misma ubicación, la velocidad de navegación varía de modo importante. Esto, además de a la conexión misma a la red de Internet, puede ser debido al nivel variable de cobertura de las celdas de una red de tercera generación.
La cobertura de una red de telefonía móvil, las ubicaciones geográficas en las que esta red da servicio, se estructura en forma de celdas. Cada una de estas áreas está cubierta por un sistema de antenas concreto. Para conseguir una cobertura nacional, y cubrir las necesidades de tráfico, son necesarios unos cuantos miles de celdas. Según la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones, en su informe anual del 2007, a finales de ese año, había en España un total de 71.014 estaciones base de telefonía móvil (usualmente cada estación base cubre 3 celdas).
La tecnología GSM, anterior a la que actualmente nos permite navegar con varios megas de ancho de banda, es distinta a la 3G , y no sufre esta característica técnica, según la cual la cobertura efectiva en una celda depende del número de usuarios que están siendo servidos por el sistema de antenas de la misma. Este efecto se denomina en inglés “cell breathing”, ya que la cobertura se expande y se contrae en función del número de usuarios que están recibiendo servicio en la celda. De este modo, cuantos más usuarios haya en una misma celda, más cerca tendrán que encontrarse los mismos del sistema de antenas que dan servicio a esta celda, para, por ejemplo, conseguir mantener la misma velocidad de navegación.
Imaginemos que queremos hablar con una persona en un recinto amplio. Si estamos solos, podremos entendernos separados por una distancia elevada. A medida que vayan entrando en el recinto más parejas intentando hablar entre ellos, esta distancia se irá reduciendo, debido al ruido que generan las conversaciones que no me interesan. Este es un efecto similar al “cell breathing” que experimentan las redes de telefonía móvil de tercera generación, que estamos ya utilizando muchos, tanto profesionalmente, como en nuestra vida privada.
Imaginemos que queremos hablar con una persona en un recinto amplio. Si estamos solos, podremos entendernos separados por una distancia elevada. A medida que vayan entrando en el recinto más parejas intentando hablar entre ellos, esta distancia se irá reduciendo, debido al ruido que generan las conversaciones que no me interesan. Este es un efecto similar al “cell breathing” que experimentan las redes de telefonía móvil de tercera generación, que estamos ya utilizando muchos, tanto profesionalmente, como en nuestra vida privada.