sábado, 25 de febrero de 2012

Alinear energía en vez de perderla con enfrentamientos





Frecuentemente nos planteamos la colaboración o el trabajo en equipo en el campo de la confrontación. Las ideas se analizan en contraposición unas de otras, y las diferentes opiniones se defienden incluso de modo personal. En un grupo la persona con más influencia, energía, o cabezonería puede imponer su criterio, o salirse con la suya, en ocasiones en detrimento de mejores opciones. En el trabajo en equipo perdemos demasiado de nuestro valioso tiempo en discusiones estériles, alimentadas por orgullos personales. Al mismo tiempo se dilapida la capacidad del grupo de generar resultados más valiosos. En el trabajo en equipo 1 + 1 debería sumar más que 2.

Os sugiero una manera alternativa de platearse la colaboracion. Cuando una propuesta ganadora no te convence no la critiques. Analiza las motivaciones que tienen los defensores de la misma para proponerla. Busca las partes positivas, hazlas tuyas y elabora una propuesta alternativa, eliminando las características que no te gustan de la original. Si realmente tu propuesta integra la motivación de la idea inicial, sus partes buenas, y resulta mejor, hay muchas probabilidades de que el grupo la asuma, desechando la inicial. De esta manera se puede ahorrar un montón de tiempo, energía y nervios en discusiones que a veces no llegan a ninguna parte.

Os pongo un ejemplo. En una dinámica de grupo con el objetivo de reforzar la identidad de la empresa se plateó identificar ejemplos de lo que no queríamos ser como organización. Se trabajaba por grupos de unas 6 personas. Cada grupo debía presentar a los demás la entidad que había elegido como el “antiejemplo” de nuestra imagen. En el mío se encontraba nuestro director, que propuso elegir los “partidos políticos” como representantes de características que no deseábamos que nos identificaran. A mi este ejemplo no me gustaba, ya que considero que un partido político en esencia no tiene por que ser algo negativo; más al contrario se supone que deben ser herramientas de participación ciudadana y pilares de la democracia. Por otra parte, aunque seguramente no era el caso, podría incluso resultar una elección ofensiva para alguien. Pronto me di cuenta, que a pesar de haber numerosas propuestas, esta era la que más apoyo tenía entre mis compañeros y difícilmente una argumentación negativa sobre la misma podría prosperar. Así que en vez de discutir me concentré en analizarla y ver porqué recibía una apoyo tan decidido. Los partidos políticos representaban para mis compañeros sectarismo, falta de participación real de sus miembros, o pérdida de la opinión individual. Una secta representa perfecta y inequívocamente todas estas cualidades negativas que buscaban mis compañeros. Mi propuesta fue aceptada inmediatamente de modo unánime. Era perfecta, y además se beneficiaba de que ya estaban todos centrados en un concepto similar, y se habían desechado otras alternativas. En ningún momento hice ningún comentario sobre la propuesta original. Me sentí de maravilla y creo que el resto del grupo también.