sábado, 27 de junio de 2015

¿Cuanto tiempo vas a esperar para entrar en el paraíso?






Hay cosas por las que merece la pena esperar toda la vida

Tengo una planta en casa que me traje hace más de 10 años desde León. Un esqueje de la casa de mis padres que viajó más de 700 km hasta Valencia. Se llama hoya carnosa o flor de cera. Echa unas flores muy originales, que casi parecen artificiales y tienen la curiosa particularidad de emitir un aroma bastante intenso sólo por la noche. 

Mi flor de cera importada desde León se había pasado más de 10 años sin florecer. Hace un par de meses, cuando me di cuenta, estaba horriblemente cubierta de insectos. Tanto, que el primer impulso fue tirarla. Sin embargo, me pareció una especie de sacrilegio, después de tanto tiempo, deshacerme de ella sin más. Así que la traté. Para mi sorpresa, a las pocas semanas noté unos pequeños bultos que le salían entre algunas hojas. 


Lo difícil es encontrar el paraíso. Aquello por lo que merece la pena esperar. Pero, ¿qué pasa si lo encuentras y se te niega el acceso? Una vez que sabes lo que quieres, el resto, de repente, pierde gran parte de su atractivo. 

Tenemos la opción de abandonar aquello que se nos antoja imposible, o seguir trabajando por ello y buscar su conquista. Yo pienso que hay cosas por las que merece la pena apostar y esperar toda la vida si hace falta. Posiblemente no las alcancemos. Pero el premio en caso de éxito es tal, que abandonar no es una opción. Si encontramos las puertas del cielo hay que llamar hasta que se abran. 

Si encuentras al amor de tu vida, ¿lo dejas pasar ante reiteradas negativas?

Esto no quiere decir que dejemos de hacer otras cosas que también merecen la pena. Florentino Ariza, el protagonista de la novela de Gabriel García Márquez "Amor en los tiempos del cólera", espera 51 años, 9 meses y 4 días, para conquistar al amor de su vida, Fermina Daza; sin embargo, durante este tiempo, no dejó de acostarse con decenas de otras mujeres. 

¿Tu has encontrado tu paraíso? ¿Sigues llamando o ya te has dado la vuelta?

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miércoles, 17 de junio de 2015

El marketing también es un hábito






Somos lo que nuestros hábitos hacen de nosotros

Parece que los clientes toleran cada vez menos la falsedad. La publicidad engañosa se supone que está de capa caída. El abordar alevosamente a los potenciales clientes sin respeto está cada vez peor visto. Al mismo tiempo aparecen tecnlogías que nos permiten protegernos del bombardeo de la publicidad.



Tenemos distintos recursos para protegernos

Filtros antispam con la maravillosa cualidad de filtrar hasta el correo "deseado", reduciendo no sólo la perdida de tiempo de los correos ilegales sino también "alivándonos" la carga de trabajo, o aplicaciones que son capaces de bloquear los banners de publicidad en webs, son ya de uso común.

La legislación avanza y nos protege de que nos llamen a horarios intempestivos, o incluso podemos rechazar todo tipo de llamadas publicitarias registrándonos en la Lista Robinson. Todo el mundo ha oído ya hablar ya de las cookies, y al menos tenemos a nuestro alcance la información para protegernos si queremos del re-marketing, la publicidad que nos impacta en función de los sitios web que ya hemos visitado.

Si bien es cierto que defenderse no está al alcance de todo el mundo, no lo es menos que los consumidores estamos cada vez más informados y tenemos un mayor conocimiento de nuestros derechos y cómo ejercerlos. Nuestra comprensión de las tecnologías va avanzando, y el que quiere hacer el esfuerzo tiene toda la información a su alcance para al menos intentarlo. Si no somos expertos, multitud de personas nos explican las cosas al distintos niveles de profundidad. La información está disponible y fluye a gran velocidad.

Las caras ocultas salen a la luz

Esto hace que, en teoría, una empresa con una fea cara oculta lo tendrá más difícil que nunca para que no descubramos lo que no quiere mostrar. Los consumidores podemos reaccionar virulentamente ante engaños, lo que podamos valorar como injusto, o ante comportamientos improcedentes. Bien es cierto que las reacciones de los consumidores parecen cada vez más difíciles de predecir; aspectos que podría pensarse debieran ser valorados positivamente son ignorados, y detalles a priori de escasa importancia pueden ser magnificados y convertirse en una crisis de dimensiones insospechadas.

¿El comportamiento de los clientes es cada vez más impredecible? Tuitear

Así que los de los marketeros y expertos en marca, no dejamos de insistir en la necesidad de las empresas de ser transparentes, humanas, coherentes, éticas, de establecer y comunicar sus valores y principios. Las marcas deben mostrarse con personalidad y dejarse ver tal como son, francas, para que los clientes no aprecien falsedad o engaño. Y esto debe de ser así.

¿Podemos ser más atractivos?

Sin embargo hay que admitir que quizás no todas las empresas estén preparadas para trabajar de esta manera. Si queremos invitar a alguien a casa debemos tenerla en orden; si está hecha un desastre y damos una pésima impresión, el mostrarnos abiertos y accesibles se volverá contra nosotros.

Así que antes de mostrarte tal como eres, debes ser guapo, atractivo, porque sino, seguramente el resultado será contraproducente. Es decir, tenemos que ponernos a trabajar. Si queremos que el mercado nos reconozca por nuestra atención al cliente, por ejemplo, antes de reclamar esta cualidad tendremos que poner el foco en este aspecto y mostrarlo cuando sea suficientemente bueno.

Se espera que nos mostremos como somos. La pregunta es, si creo que no me puedo mostrar tal como soy, ¿puedo cambiar para poder ser transparente, o demostrar una cualidad que pienso el mercado me va a recompensar? Necesitamos una motivación muy fuerte para cambiar. Por eso tienes que elegir con cuidado qué aspectos quieres que te caractericen. Se dice que somos lo que nuestros hábitos hacen de nosotros. Somos puntuales si tenemos la costumbre de llegar puntuales. Podremos llegar a ser catalogados como una persona elegante si empezamos a vestirnos elegantemente y hacemos de esto un hábito; tras un cierto tiempo las personas con las que interactuamos dirán que somos elegantes. ¿Parece fácil no?

Podemos generar hábitos de marketing, aunque no es fácil. Tuitear

El problema es que crear nuevos hábitos es muy difícil, tendemos a caer una y otra vez en nuestras viejas costumbres. La cabra tira al monte. Si realmente queremos que se nos perciba con una cualidad que ahora no tenemos, la motivación para el cambio debe ser extrema, a veces es necesario incluso una experiencia traumática. La motivación y la repetición hacen que creemos nuevos hábitos, y podamos entonces mostrarnos como somos, algo que será quizás recompensado.

¿Tienes identificados aspectos de tu empresa que quieres cambiar? ¿Cual es tu motivación?

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