domingo, 10 de mayo de 2009

La reconfortante trascendencia del espíritu (empresarial)





Solemos identificar éxito empresarial con crecimiento, riesgo y rentabilidad por encima del mercado, incluso en ocasiones con notoriedad, servicio a la sociedad … Pero con frecuencia nos olvidamos de donde está la clave del éxito, que está en alcanzar y exceder las expectativas de los socios de un proyecto. Seguramente en la gran mayoría de negocios estas expectativas serán principalmente de rendimiento económico, aunque siempre existen objetivos adicionales.

Para entender el espíritu empresarial o emprendedor debemos tener en cuenta que existen otros proyectos en los que sus promotores pueden tener objetivos distintos. Algunos de los que se me ocurren pueden ser: satisfacer una aspiración de notoriedad pública, ayudar a un grupo social desfavorecido, estar entretenido, divertirse …

Un paradigma de esta realidad es el zapatero al que suelo ir. Cada vez que le llevo calzado para que me lo repare, se me hace patente lo reconfortante y trascendente que son los objetivos del dueño de un negocio o proyecto para valorar su éxito. Abre sólo un par de horas al día, no invierte nada en publicidad ni imagen de marca, ni siquiera tiene nombre en la puerta, y se podría decir que es casi desagradable con los clientes. Eso si, trabaja de maravilla y asesora con gran conocimiento. Seguramente el pequeño local es de su propiedad, y no le faltará mucho para la jubilación. Incluso se ha permitido mandarme directamente a la mierda, y prácticamente echarme de su tienda cuando he intentado recabar varios datos concretos sobre él y su negocio para elaborar este post.¡No estamos para tonterías!

;-)

La Lola se va a los puertos





Hablando de Internet todos hemos utilizado o escuchado alguna vez la palabra “puerto”: para emule hay que configurar los puertos, este ordenador tiene este puerto “capado”. Pero, ¿que es esto de los puertos en una conexión a Internet?.





Frecuentemente se utiliza Internet como sinónimo de páginas web, o sin tener claro de qué realmente estamos hablando. Internet es una red, y podemos acceder a diferentes servicios sobre la misma: navegar por páginas web, servicio de e-mails, o transferencia de ficheros entre ordenadores, son ejemplos de ellos.

Si tengo un ordenador conectado a Internet podré utilizar varios de estos servicios simultáneamente. Puedo estar trabajando con Emule, enviando un correo electrónico y navegando por Internet simultáneamente. Y esta información, que pertenece a comunicaciones distintas, está se transmite, sin embargo por la misma conexión a Internet. De alguna manera el ordenador tiene que ser capaz de distinguirla y enviarla al sitio adecuado, a mi navegador de Internet, a mi programa de correo electrónico, o a Emule. Para esto no hay nada más sencillo que darles un número distinto a cada uno de estos servicios. Este número es lo que se llama “puerto”. Algunas aplicaciones tienen un número de puerto asignado por defecto, utilizado de modo usual. Por ejemplo, el servicio WWW (World Wide Web), que nos permite navegar por páginas web tiene asignado el puerto número 80.

Así pues, el puerto no es más que un número, y permite al ordenador separar la información que recibe a través de la conexión a Internet, para asignarla a la aplicación correcta. No tiene nada que ver con algo físico como su nombre podría sugerir.



Un libro bastante comprensible sobre Internet, a la vez que técnico, es Internetworking with TCP/IP, de Douglas E. Comer.