martes, 28 de julio de 2009

El valor del maestro





Soy un convencido del la utilidad del coaching, y de lo acertado de su concepto. Pero creo que su creciente popularidad nos está haciendo olvidar en parte el valor del maestro. Recientemente leí un artículo en el que el autor diferenciaba entre coaching y mentoring. Defendía el primero como un entorno en el que el coachee se puede desarrollar teniendo como único límite sus propias capacidades, en contraposición al mentoring, donde el alumno se ve restringido por las competencias del maestro.

Nada más equivocado. Si el maestro sabe transmitir al alumno su conocimiento, podría ayudar a que este comprendiera en un tiempo más reducido, lo que a él quizás le costó años de práctica y estudio. No hay nada que evite que el alumno entonces pueda superar al maestro.

En judo hay una caída en la que se da una vuelta completa en el aire, y se cae al tatami, golpeándolo con la palma de la mano para amortiguar el golpe, produciendo un fuerte estruendo. Impresionante. Es una caída que se aprende en un nivel avanzado. A mí me parecía totalmente fuera de mis posibilidades, hasta que vi cómo un maestro se la enseñaba a un alumno. De repente me pareció algo sencillo, y le pedí que me enseñara a mí también. Tras varios intentos conseguí hacerla correctamente (y sin romperme la crisma). Con el concepto del coaching creo que aún estaría intentado aprender, o lo habría abandonado después de romperme el cuello.

martes, 14 de julio de 2009

Organizaciones planas y organigramas agudos





Publi

Solemos identificar una organización plana con la inexistencia de un organigrama definido, o en todo caso con la práctica ausencia de niveles en el mismo. No tiene nada que ver. Una organización plana se refleja en cómo se establece la comunicación en la empresa, y el estilo de liderazgo de los responsables de la misma.

La existencia de un número más o menos elevado de niveles en el organigrama de una compañía está relacionada con el número de áreas de conocimiento necesarias en la misma, y con el tamaño de la plantilla. Las personas trabajamos a gusto en equipos de un tamaño relativamente reducido, en los que, de modo natural, se requiere de alguien que coordine la actividad.

Lo contrario de una organización plana sería entonces una organización jerarquizada, que de nuevo nada tiene que ver con en número de niveles del organigrama, sino fundamentalmente con el estilo de liderazgo.

Iñaki Piñuel (*) realiza un análisis muy interesante de las organizaciones actuales en su libro Liderazgo Zero (*), premio de ensayo 2008 de la Fundación Everis. Es radical y clarificador en su interpretación sobre entornos jerarquizados.

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